Mientras crecía en el proyecto de vivienda Washington en East Harlem en los años setenta, el cantante Marc Anthony llegó a comprender a temprana edad que “la identidad de cada familia se basaba en la música que proyectaban por sus ventanas” hacia el patio de juegos.
A medida que paseaba, recordó hace unos días, escuchaba a Marvin Gaye provenir de un departamento, a Ray Barretto de otro, los Bee Gees de un tercero. A los 41 años, con una docena de CD con su nombre, Anthony sigue siendo hijo de todas esas influencias y se niega a limitarse solo a una.
Salta entre discos en español e inglés, y en sus conciertos pasa de la salsa y el hip hop de estilo libre al pop dominante, y en una reciente presentación, canciones de rock como Hotel California de Eagles. Ahora ha complicado la mezcla aún más con Íconos, un álbum de reciente aparición de baladas románticas en español populares cuando él era niño.
“No soy un salsero que quiere cantar en inglés y no soy ese chico estadounidense que quiere cantar en español”, dijo en una entrevista en Long Island, donde vive con su esposa desde hace seis años, la actriz y cantante Jennifer López, y sus mellizos de 2 años, Max y Emme. “Lo mío es la música, punto”.
El nuevo disco, un descanso de sus propuestas en inglés, lanzado a fines de mayo y que ya ha alcanzado el sitio número 1 en la lista de música latina de Billboard, es una decisión lógica.
Anthony nació con el nombre de Marco Antonio Muñiz, que resulta también ser el nombre de un popular cantante mexicano al que su madre y su padre, de origen puertorriqueño (un cantante y empleado de la cafetería de un hospital), admiraban junto con otros baladistas como Juan Gabriel, José José y Roberto Carlos, quienes están representados en la grabación.
“Estas son las canciones que todos recordamos desde nuestra infancia porque nuestros padres las escuchaban constantemente: canciones apasionadas y emotivas que quizá no comprendíamos totalmente en ese entonces”, dijo el productor, compositor y arreglista Julio Reyes, quien trabajó en el disco con Anthony.
Tras una desviación para interpretar el papel que da título a El Cantante, una cinta biográfica del 2007 sobre la vida y muerte del salsero Héctor Lavoe, y el tiempo para asentarse en su matrimonio con López, el segundo para él y el tercero de ella, Anthony parece estar en una encrucijada.
“Podemos hacer lo que él quiera –películas, discos, espectáculos en vivo, televisión–, porque la gente gusta de él, así que es privilegiado en ese sentido”, dijo León Ichaso, el director de El Cantante y Crossover Dreams. En realidad, Íconos es el primer álbum de Anthony de material nuevo, aparte de la pista sonora de El Cantante, desde el 2004, un periodo inusualmente largo incluso para él. “En promedio, me toma unos tres o cuatro años hacer un álbum nuevo”, dijo. En parte eso se debe a su meticulosidad al elegir canciones para grabar. Para Íconos empezó con unas 600 candidatas, que fueron reducidas a 45, de las cuales eventualmente se escogieron ocho.
“Primero se hace una cita con las canciones y luego uno se compromete”, explicó. “Y después se casa uno con ellas. Tienen que soportar la prueba del tiempo, porque van a ser tuyas en los siguientes 20, 30, 40 años. Así que es mejor elegir bien”.
Pero Íconos parece ser solo el inicio de un periodo de actividad destinado a reevaluar la versatilidad y el gusto católico de Anthony. Dijo que está muy avanzado en otros dos proyectos. Uno en inglés, con Clive Davis, quien ha supervisado algunos de los grandes éxitos de artistas que van de Whitney Houston a Carlos Santana y Barry Manilow, ofrece nuevas versiones de éxitos pop, incluido un dueto recientemente grabado con Mary J. Blige, destinado a su público en inglés; el otro es un CD de salsa en español.
Aunque El Cantante recibió críticas en gran medida negativas y no le fue bien en taquilla, la interpretación de Anthony de canciones asociadas con Lavoe fue ampliamente elogiada. Eso aumentó la presión pública sobre él para regresar al estilo que lo hizo famoso: en su apogeo, Anthony fue el primer intérprete de salsa solista en agotar las entradas para el Madison Square Garden.
“Tenía que hacer un álbum de salsa”, reconoció. “Eso es lo que todos decían. Pero la buena noticia es que yo lo necesitaba tanto como los demás”. Continuó: “Estamos aplicados al máximo para sacar un álbum de salsa para fines del verano”, cuando está programado que empiece su gira de conciertos por Estados Unidos, que incluye un espectáculo en el Madison Square Garden el 10 de septiembre.
Mientras tanto, Anthony también continúa desarrollando el lado actoral de su carrera. Aparecerá en dos de los diez episodios de la segunda temporada de HawthoRNe, el drama médico de TNT protagonizado por Jada Pinkett-Smith.
“Cuando uno escucha la música de Marc lo percibe metido en un espacio muy emocional y se trata de tener la capacidad para traducir eso de una plataforma a otra, lo cual hace con facilidad”, dijo Pinkett-Smith, quien también es productora del programa. “Es muy espontáneo, y fue refrescante para mí que viniera al set y me recordara lo importante que es estar fresco y abierto a las cosas”.
El coproductor de los discos de salsa de Anthony, Sergio George, creció en la misma época y barrio que el cantante, y ha aprendido a ser paciente con la tendencia de su amigo de saltar de un estilo y forma de expresión a otro. Para él, Anthony es “un Frank Sinatra latino”, con “una gran voz emotiva”, que saca energía e inspiración del desafío imposible de tratar de ser y hacer todo. “Pienso que si se apega a una cosa, se condena al fracaso”, anotó George. “No va a descansar en sus laureles. Necesita seguir explorando, así que pienso que se mantendrá haciendo ambas cosas o incluso añadirá una tercera”.
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