miércoles, 15 de junio de 2011

Con alma de tiburón

Antes de caer en la anacronía que tan bien cantó Héctor Lavoe en ese himno incombustible llamado Periódico de ayer, toca referirse al affaire Viáfara.

No sé si alguien ya sacó la cuenta, pero la relación de minutos jugados versus sueldo hicieron del mentado uno de los jugadores mas costosos del torneo colombiano. Y si nos vamos a su rendimiento y aporte, de costoso pasa a caro: Pedacitos de partido en medio de expulsiones y lesiones que no alcanzaron a justificar ni los derechos notariales del contrato. Un par de buenos goles y ya está.

Y luego, mientras la afición digiere el duelo de la eliminación, Viáfara y otros más ahogan la pena en estaderos para terminar ofendiendo a policías ante cámaras de televisión. No incluyo en la discusión el tema de si tienen derecho o no a divertirse en sus vacaciones. Por mi parte, esto no es un asunto de indisciplina deportiva sino de irresponsabilidad social tan censurable en Viáfara como en cualquier otra persona que bajo los efectos del alcohol se sienta detrás de un volante. El caso termina más magnificado por quien es y por quienes lo acompañan.

Lejos del acto de contrición, Viáfara le busca el chiste a un tema que no lo tiene, se desmarca de los taxistas y le “pide el chance” a los compañeros. El moño a esta historia lo pone con las declaraciones de la semana pasada donde se quejaba, con escasos dos días de trabajo, de los métodos del nuevo técnico. Bien ido Jhon. Que te vaya bien en Trasmilenio.

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