miércoles, 11 de febrero de 2009

Orquesta de salsa se ha propuesto rescatar el sonido más duro del género

Su éxito tendría que ser visto como una consagración de la exquisitez: una banda de músicos fogueados en distintos proyectos y épocas, que se reúnen para tocar lo que les gusta, como les gusta, sin atracar más presiones que las de su propio celo por la perfección. El sonido que sale de eso desbarata cualquier conspiración comercial: sí es posible vivir un sueño. El fenómeno se manifiesta en fiestas de barrio para conocedores, pero también en locales para oídos refinados de esta ciudad. Días atrás, La Efectiva, el más reciente prodigio de la arqueología sonora, recibió el espaldarazo enciclopédico de Luis Delgado Aparicio, “Saravá”, quien la presentó ante una audiencia de oídos expertos como “el sonido más agresivo, más duro, más fuerte y mejor ejecutado que hay en el Perú”. Casi una bula pontificia del sabor.

El ideólogo de esta apuesta es Fernando Flores, un músico con formación clásica que crio pulso salsero desde muy joven. Sus primeros afectos míticos lo remiten a la Fania, Héctor Lavoe, Ángel Canales y Willie Colón. A este último le debe la cura de oído. “Me gustaba el sonido de su trombón porque era agresivo, rajado, asqueroso, sucio, como decimos los músicos”. Flores, que inició su formación universitaria en la carrera de lingüística, encontró que el lenguaje de la música lo llenaba más. Ahora es trombonista de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Ha tenido que esperar unos años para que el pulso aflorara. “Llega un momento en que sientes madurez musical. Cuando tienes la base técnica, puedes hacer otras cosas”, señala. Tuvo que foguearse de nuevo en orquestas de barrio. Ganó de a pocos su reputación. En el camino fue detectando otras sensibilidades parecidas que ahora dirige.

Aquella vez de lo de “Saravá”, el auditorio de la Biblioteca Nacional estuvo curtido de conocedores. Delgado Aparicio ofrecía una conferencia magistral sobre el origen de la salsa. Sobre las butacas estaban los coleccionistas más refinados, varios eruditos de la discografía salsera, los organizadores de las fiestas más duras de los barrios de Lima, grupos de cultores organizados mezclados con seguidores independientes. “A esa gente no se la puede engañar. Si uno toca sin afinque, sin cadencia, te dicen que lo estás haciendo mal, aunque no sean músicos”, dice Flores. El show final no dejó alma tranquila.

En ese momento quedó claro que el mejor síntoma del buen sonido es que se va creando fidelidades. La Efectiva, que debutó hace menos de un año, ya tiene las suyas. Entre la masa arrebatada de esa noche podía distinguirse, por ejemplo, la aprobación a gritos de Los Dementes Social Club, un grupo de fanáticos muy jóvenes cuya erudición musical opacaría a cualquier salsero pretencioso. La suya es la clase de afecto que nace en las fiestas populosas, donde se prueba el fuego de un ensamble.

Flores y sus músicos han pasado esa valla. En su primera fiesta de barrio, la Rumba Caliente de Aldo Alarcón, el público acogió la propuesta como si la hubiera esperado por años. Sus cuatro trombones, clave de su formato, reventaron las expectativas. “Fue como una prueba de fuego. Ese público tiene detectores de sonido. Si tocas mal, estás liquidado”, comenta el director. La noche no solo fue buena, sino que alentó a los músicos en su apuesta por un repertorio que en varios casos no ha sido escuchado en vivo en Lima. Temas como “Sabiduría” (de la Orquesta Narváez), “El músico” (de Ray Olan) o “En casa de Pepe” (de Impacto Crea) entusiasman a los bailadores. Y a los propios integrantes de la orquesta.

En La Efectiva hay músicos que vivieron la euforia salsera de los años setenta y generaciones nuevas que la bebieron de oreja. El empalme queda en evidencia con Fernando Iriarte y su hijo Rudy, bongocero uno y timbalero el otro. “La clave es que aquí no solo hay buenos músicos, sino que todos idolatramos este género”, apunta Fernando. Se nota en la voz de Manolo Rodríguez, cuyo timbre despierta nostalgias lacerantes, o la de Carlos Mosquera, que condensa en la salsa años previos de fragores criollos. Esta es también una reunión de fanáticos. Nadie que los escuche se puede confundir.

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